Y a mí no me vengan con que no importa lo que dicen los profesores, que la cátedra te chupa un huevo -perdón por la licencia poética- y que lo único que importa es que yo ame mis cortos. Por varias cuestiones: porque, como dije ya muchas veces, por algo estudio en una facultad y no en un manual de video, por algo ESTUDIO y no realizo así de una, por algo me anoto en campos trilnick y no en, qué sé yo, arbós.
Frente a esto, fue genial ver que gente a la cual nosotros respetamos y de la cual nos interesan las opiniones haya aceptado y captado, con tan poco, lo que queremos hacer.
Pero ahí, de golpe y porrazo, no, su historia es demasiado buena para corto, no le hacen justicia si no hacen un largo. Entonces, nuevamente, volvemos al punto de partida.
En un principio, descartamos la casa de Scooby Doo porque la aproximación de la Universidad a los trabajos es de tipo científico, lo cual descarta el espiritismo. Muy bien no nos fue y el recibimiento de la crítica fue un cross derecho a nuestras mandíbulas.
Ahora nos pasa esto: nuevamente decidir qué hacer, decidir si tenemos el aguante de mandarnos y ver el resultado o si, cautos, preferimos quedarnos en el molde.
Y qué querés que te diga... Puede ser que tengan razón porque su experiencia en realización es muchísimo más vasta que la nuestra, pero a mí no me sacás tan fácil las ganas de hacer un corto que incluya madres, novias, chicos, peces y a Cousteau.
No hay comentarios:
Publicar un comentario